martes, 16 de abril de 2013

CRÓNICA VII MEDIO MARATÓN CÁCERES 2013



ESOS MARAVILLOSOS AÑOS.




En estos dos años que llevo corriendo, lo he hecho en Jaraíz, Monfragüe, Jarandilla, Coria, La Carlota-Córdoba, Navalmoral, Plasencia, Salamanca, Sevilla, Segovia, Oropesa, Portezuelo, Talavera, Arenas, Cuacos, Pasarón, Aldeanueva... pero nunca lo había hecho en la ciudad a la que más cariño tengo por muchas razones, entre otras, por haber pasado allí esos maravillosos e irrepetibles años de la juventud, Universidad y que en la vida de una persona dejan huella. Y esa ciudad es CÁCERES. Me habréis oído decirlo en algunas ocasiones: tengo que correr en la capital de nuestra provincia y en la ciudad que me ha visto crecer y hacerme persona. Cuando me lesioné el pasado mes de febrero, miré el calendario y me propuse el Medio Maratón de Cáceres como la carrera en la que quería “ reaparecer “. Y lo he conseguido. El haber recorrido las calles cacereñas me ha inundado de felicidad y me ha traído a mi cabeza innumerables recuerdos de esos ocho años que por allí paseé, estudié como un condenado, me divertí como un enano, ligué como el mejor don Juan ( je, je..), conocí a mucha y buena gente y, cómo no, pasé también malos ratos...Además, como he hecho solo toda la carrera, esos pensamientos me han servido de evasión para olvidarme de mis maltrechos gemelos que tan mal inicio de 2013 me han dado.  

La salida de la carrera de la remodelada Plaza Mayor, impresionante.
La entrada corriendo a la maravillosa Ciudad Monumental desde la Iglesia de San Juan, pasando por la calle Pizarro, en la que están muchos de los actuales garitos de la noche cacereña, que algunos conocéis estupendamente, todo un lujo. El paso por esas angostas calles por la que hace treinta años paseábamos, a la luz de la luna, o de alguna farola, acompañados de buena compañía, increíble., si bien si entrabas solo en esa zona, por entones, podías salir de ella escamao por la inseguridad que por allí se respiraba...De innumerables recuerdos han sido también la bajada por la calle Adarve Santa Ana siguiendo la muralla hacia el Arco de la Estrella, pasando por el Museo del Mono, la antigua Facultad de Derecho a la que íbamos, cuando podíamos, para ver a las mejores tías de Cáceres, el paso por la Plaza de la Concatedral de Santa María, llena de turistas que tan pronto sacaban una foto a los monumentos como nos la sacaban a alguno de nosotros, con la estatua de San Pedro bendiciendo a todos los que por allí pasábamos. Uno de los momentos más especiales ha sido el volver a contemplar la excepcional Plaza de San Jorge ( Patrón de Cáceres ) con la majestuosa iglesia de San Francisco Javier al fondo, y el Palacio Luisa de Carvajal, antigua residencia femenina  a la que acampañábamos a nuestras amigas después de haber ido al cine o de haber estado echando unos bailes en alguna de las muchas discotecas o pubs que por entonces frecuentábamos ( Faunos, Rita, Acuarius, Ara, New People, Bols, Ok, Lennon, La Fontana...) así como el pasar por la calle Godoy dejando al lado  la calle Camberos donde se ubicaba uno de los bares más famosos de Cáceres, es decir, el Bar Epi, con sus chupitos de cerveza en los que había que encestar un duro y donde intentabas ligar con las chicas de la Laboral que por allí se acercaban para intentar ellas, a su vez, enrollarse con los soldados que se alojaban en su pensión los fines de semana, y de la  Plaza de Santiago donde ya entonces empezamos a poner de moda los actuales botellones, eso sí, únicamente con litros de cerveza y calimocho a unas cien pesetas la tirada; La subida hacia la Plaza de los Toros por las traseras de mi querido colegio  San Antonio de Padua donde pasé los mejores años de mi adolescencia, por la Calle de San Justo, a la que salíamos cuando tirábamos los balones por encima de la valla del cole. ¿ Qué decir de la Plaza de Toros ? donde recuerdo un concierto con La Mode y Loquillo y los Trogloditas que para poder ir a verlos nos tuvimos que escapar de la Residencia en la que estábamos internos y que acabó como el rosario de la aurora, así como las vaquillas del aguardiente que allí se celebraban en la feria de mayo. Y qué contaros del Paseo de Cánovas, esta mañana oliendo a panceta y ricos manjares por la Feria de la Tapa que se estaba celebrando este fin de semana. La Cruz de los Caídos, donde miré de reojo a la calle San Vicente de Paúl en la que pasé los últimos años de carrera en un piso alquilado y desde donde se divisaba el antiguo ferial; la calle Gil Cordero, desde la que, cuando teníamos perras, pues si no, había que ir a dedo, cogíamos los autobues para ir al Príncipe Felipe para ver los partidos del Cacereño. La actual Avda Ruta de la Plata, ( antigua carretera de Salamanca ) donde se ubicaba la antigua estación de autobuses desde la que partíamos contentos hacia el pueblo cuando nos daban las vacaciones...o a la que fui a esperar a mi entonces novia y hoy actual esposa, cuando vino a verme en cierta ocasión ( bueno, no fue precisamente a verme a mí sino a su hermana ). Los recuerdos del Cine Coliseum, en la Avda de España, todavía oliendo a palomitas de las de antes, el dejar a un lado la Avda de la Montaña donde pasé los tres años de mi carrera de Magisterio en la escuela que ya hoy es historia.
Añoranza me produjo el paso por la antigua calle de José Antonio donde estaba la residencia en la que estuve interno algunos añillos, por el Bar Rialto donde vi la goleada de España a Malta ( 12-1 ), por el antiguo Bar Jaype en el que nos ponían de pincho unas bolas de las que el Sr. Pedro nunca quiso revelarnos su receta, el Bar el Reloj con su buenota camarera, el Bar Rialto con sus tapas de ensaladilla rusa, la Bodega, el Bar Amador, los sansones del Mesón Extremeño, los peligrosos chupitos de tequila del Hidalgo donde con cinco duros ponías música en su máquina de discos y podías escuchar, entre otras, la “ Agüita amarilla “ de Los Toreros Muertos.. No tuve más remedio que santiguarme al pasar por la calle donde se ubica la Iglesia de Santo Domingo, a la que los frailes del colegio nos obligaban a ir a misa los domingos y que desemboca en mi querido colegio San Antonio ( hoy Hotel D. Manuel ) donde estudié, al igual que mi hermano, todo el Bachillerato. Y la Plaza Mayor, con esas verbenas en las Fiestas de San Jorge en las que el que no ligaba era porque era muy, muy feo o porque llevaba una tarama que no se tenía en pie, con su excelso Ayuntamiento presidiéndola, con la Torre de Bujaco como su más ferviente defensora y con las escalinatas del Arco de la Estrella invitándonos a descansar en ellas sentados al sol primaveral. ¡ Joder, es que han sido muchos y maravillosos recuerdos.! 

Eso sí, hoy he sufrido más que en aquellos años, en los que los sufrimientos eran de otro tipo: estudio, mucho estudio, exámenes y más exámenes, amores y desamores, que también los hubo. Pero, como os contaré a continuación, ha merecido, y mucho, la pena. 

Desde estas líneas quiero agradecer a mis padres el esfuerzo que tuvieron que hacer  para que yo hoy pueda ser lo que soy y pueda también contaros estas anécdotas.

Y ahora, vamos a lo que vamos.
Desde la noche anterior ya estaba nerviosillo, si bien no dormí mal como en otras ocasiones. Habían pasado más de dos meses desde que me puse por última vez la elástica del club y eso se notaba en mi subconsciente. Me asaltaban muchas dudas sobre si podría finalizar o no la carrera. Cuando vi la foto que mi frêre me mandó con los dorsales y las camisetas que había recogido el viernes por la mañana, vi que ya no había vuelta atrás y que había que intentarlo. Preparé con detenimiento la bolsa de deporte para que nada se olvidara. Al coger los geles vi que estaban caducados desde el mes de enero. Según el Sr. Ministro, da igual, no hay que tirar nada. La volví a repasar. Decidí estrenar gorra. Está todo. Ya la puedo cerrar. 



A eso de las 8 de la mañana recogí a mi buen amigo J.J. Santos en la estación de autobuses jaraiceña para dirigirnos a la capital de nuestra provincia para participar en la VII Edición del Medio Maratón Cáceres Patrimonio de la Humanidad. Alrededor de las 8,30 h. paramos a desayunar en el área de servicio “ El Caldero “ donde nos tomamos unas ricas tostadas con un exquisito café con leche, vimos la salida de la Fórmula 1 y donde un individuo, con acento extraño, nos sacó la primera foto de la jornada. Seguimos nuestro camino y sobre las 9, 30 h. entramos en la ciudad cacereña. Enseguida nos fuimos a la “ Pensión Victorina “ donde tranquilamente nos cambiamos, nos echamos los ungüentos correspondientes, visitamos al Sr. Roca y nos pusimos guapos para correr en tan bella ciudad. Llegamos a la Plaza Mayor donde nos esperaba otro lanchacabrero, esta vez con la indumentaria del C.M. Cáceres, uséase el amigo Timón que estaba con sus compañeros Paco, Julio, etc. Al poco rato llegó nuestro amigo Martín que, amablemente, hizo de reportero gráfico. También saludamos a otras muchas caras conocidas como Antonio Serradilla y Manolo Jabonero del Navalmaratón, a Pacheco y Fermín del C.D. Hispania jaraiceño, vimos a la rubia del “ guassá “ etc. Calentamiento por una pequeña parte del recorrido para ir viendo lo que nos esperaba. Algunas molestias, seguramente por los nervios, en el gemelo derecho hicieron que me acercara a la Cruz Roja para que rociaran con un poquito de Réflex. Antes de empezar, Santos comprueba que su gel también está pasado de fecha. Se acojona un poco, no sea que se lo tome y se vaya de baretas…

A las 11 horas dieron la salida a la carrera de 10 kilómetros. A eso de las 11.10 nos llaman para que nos vayamos colocando y, casi a las 11,20 h. dieron el pistoletazo de salida al Medio Maratón individual y al relevo. Impresionante el gentío que hubo en la salida y en la mayor parte del recorrido. Yo, en esta ocasión y
como más viejo de los tres, “ ordené “ a J.J. Santos y Ramón que se fueran juntos, que no quería verlos cerca de mí ni en pintura, pues yo no quería ser una rémora para ellos. Quería ir a mi bola e intentar acabar la carrera en las mejores condiciones posibles. Y así se hizo. Ellos salieron hacia adelante y yo me quedé detrás del globo de 1,50. La salida, lenta y cuesta arriba. Enseguida pasamos San Juan y entramos en el casco histórico por la calle Pizarro donde discurrieron los duros primeros kilómetros por sus empedradas calles y sus continuas subidas y bajadas. Paso por la calle Adarve, Pza de la Concatedral, San Jorge, Cuesta del Marqués, calle Tiendas, calle Godoy,  Avda de San Blas. Salimos de la parte antigua por la empinada calle de San Justo hasta enlazar con la calle Margallo para llegar a la Plaza de Toros y enfilar la Avda de Hernán Cortés hacia la estatua del caballo. Giramos a la izquierda, pasamos por el edificio Múltiples y enseguida cogimos la Avda de España ( Paseo de Cánovas ) en dirección  a la Cruz de los Caídos, la calle Gil Cordero y la Avda Ruta de la Plata. En esta zona de doble sentido, vi a Faustino, Manolo, Antonio y nos cruzamos por primera vez Ramón, Juanjo y yo .Todo esto, picando hacia arriba hasta el kilómetro 5,5 más o menos. Giro total para volver por la misma avenida , de nuevo, a la Cruz de los Caídos. En este momento se retiró delante de mí un chico con los gemelos hechos polvo. Me dio mala espina. En fin, hay que seguir. Vamos buscando la sombra de los edificios pues el calor empieza a arrear. Me junto con un asturiano que iba asado de calor, medio deshidratado ya que, según me comentó, hacía casi cuatro meses que no veía el sol. Encaramos la Avda de Antonio Hurtado. Esto ya es otra cosa. Ahora es más cómodo pues vamos ligeramente cuesta abajo. Pero claro, lo que se baja se vuelve a subir. Otra subidita, aunque corta hasta volver a Cánovas. De nuevo nos cruzamos los lanchacabreros y nos volvimos a dar ánimos. Detrás de ellos iba con paso elegante nuestra rubia del “ guassá “ con su inconfundible camiseta rosa. El paso por Cánovas, impresionante. Muchísima gente animando, las casetas de la Feria de la Tapa empiezan a funcionar y el olor de las mismas te invitan a dejar el circuito y quedarte a tomar una de las cervecitas que, gustosamente te servía Pauline. Mi ritmo es lento. El de Santos y Timón, mucho más vivo.
En esta primera parte, según me contaron, Ramón lo pasó algo mal con algún problemilla respiratorio y Juanjo fue mejor, si bien en la segunda parte se invirtieron los papeles. Yo, a lo mío. Se acercaba el primer paso por meta y, los que conocíamos bien esa zona, lo notamos. Sin querer, aumenté un poquito el ritmo para entrar bien en la abarrotada Plaza Mayor. Un saludito a Martín para la foto y a empezar la segunda vuelta. De nuevo, la zona más dura. Como las sensaciones eran buenas aumenté ligeramente el paso y empecé a adelantar gente. A mis amigos del club les volví a ver por el kilómetro 17 más o menos. Ramón había dejado a Juanjo y se fue con el hispano Fermín que también había dejado a su amigo Pacheco. J.J.Santos prefirió no forzar  pues el hombre del mazo se le acercó y se le apareció en forma de una medio pájara, de la que al final, pudo recuperarse ( ¿ Habría sido el gel ? ). Poco a poco fuimos devorando los últimos kilómetros. En el 18 un fuerte dolor en el hombro izquierdo me hizo bajar el ritmo hasta el kilómetro 19. Al entrar por última vez en la actualidad llamada Calle Barrio Nuevo ( antes José Antonio ), decidí dar lo que aún me quedaba dentro  y apreté hasta entrar de nuevo, con muy buenas sensaciones, en la plaza cacereña para finalizar con un tiempo de 01:47:56 y sin notar síntomas de mi jodida lesión de gemelos.
Antes que yo habían entrado Ramón, 01:37:25 y Juanjo, 01:39:15, finalizando así una excelente carrera. También entró en 01:34 mi amigo y acompañante en otras carreras Manolo Jabonero lo que le valió el segundo puesto en su categoría ( Veteranos E ). Y tras su finalización, unas cervecitas con el amigo Parejo y su familia que se habían acercado a vernos con Raquel, la Sra de Timón y sus hijos, así como con Martín, Marisa y Javier que también nos acompañaron en todo momento. A todos ellos, gracias por su compañía y sus ánimos. Después, los dos " Juanjos " nos dimos una reconfortante ducha con agua calentita, nos tomamos un café y emprendimos ruta hacia nuestro querido Jaraíz y finalizar así una inolvidable jornada.

Esto dio de sí esta VII Edición del Medio Maratón de Cáceres, en el que hemos participado alrededor de 1.200 corredores ( entre todas las categorías y pruebas ) disputado sobre un exigente, más que duro, circuito de 10,5 kilómetros al que había que dar dos vueltas. Destacar el tremendo calor que hizo, sobre todo en la segunda parte, lo que endureció aún más la prueba, y la cantidad de gente que hubo presenciando la carrera en muchas de las calles por la transcurrió la misma. Una perfecta organización, si bien con algún fallo en el último avituallamiento, voluntarios, Cruz Roja, guardarropas, globos, fisios, aceptable bolsa del corredor (camiseta, isotónicos,barrita, fruta, dulces, agua ) y varios barriles de cerveza de los que, entre todos, supongo que dimos buena cuenta.





En fin, esto es todo. Encantado de haber corrido esta media maratón, de haber superado esta lesión y deseando ya volver a ponerme los tirantillos y la calzonilla en otra nueva carrera que, si todo va bien, será el día 28 de Coria.


Por último, pese a que no pudieron venir a vernos, saludar también a mi hermano Félix, Paquita, Suco y Marta, así como al amigo Luis y familia, que seguro que se acordaron de nosotros.

Las clasificaciones las podéis ver en :  


Las fotos que vamos teniendo las podéis ver en: FOTOS M.M. CÁCERES.
Bueno, os presento a Pauline, la mejor tiradora de cañas de cerveza de toda la Feria de la Tapa.



Saludos a todos y nos vemos por esos caminos y carreteras.

2 comentarios:

  1. Señor redactor, según relatas en el artículo, en tus años de estudiante en Cáceres predominaron más los pinchos, discotecas, amoríos, cañas, etc... que los libros de la facultad. ¡Pero que bien te lo tuviste que pasar! y encima jugando en Valparaíso F.S apodado como "El látigo".
    ¡Felicidades por la media maratón!

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  2. Muchas gracias querido amigo Víctor. Como tú bien sabes como estudiante universitario que fuiste, en esos años hay de todo: estudio, diversión...; Lo que pasa es que te acuerdas más de esto último que de lo primero. Además, como por la Biblioteca Pública no pasamos... En fin, así fueron las cosas y así os las he contado. Y si a eso unimos el fútbol-sala cuando nos veníamos al pueblo en vacaciones jugando, primero con el Jariza y después con nuestro querido Valparíaso y rodeado de tan buena gente...Por ello, esos maravillosos años son irrepetibles.
    Un abrazo.Juanjo.

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