martes, 12 de enero de 2021

EL AMIGO QUE SIEMPRE CORRE RÁPIDO

En todos los grupos de amigos o en todos los clubes, siempre hay algun@ o algun@s a l@s que les encanta entrenar y competir de forma más rápida. No les gusta salir a entrenar a pasar el rato sino que , en la mayoría de las ocasiones van buscando batir sus propias marcas, intentando superarse día a día.

Sobre este tema nos va a hablar el corredor popular Mario Trotta en un interesante artículo extraído de la web : www.carreraspopulares.com

EL AMIGO QUE SIEMPRE CORRE RÁPIDO

" No lo puede evitar. O no quiere hacerlo. Siempre quiere superarse. Cada vez que se pone las zapatillas el día de una carrera está pensando en la marca que va a conseguir al llegar a meta. Incluso en una quedada con amigos para trotar quiere llegar el primero al final. Su ritmo se va incrementando en los últimos kilómetros y la mañana “disfrutona” con los colegas se convierte en una competición “a cara de perro”. Porque él siempre quiere correr rápido.

Aunque él nunca lo reconocerá. Cuando los amigos le decimos que se calme, que no puede pretender correr siempre rápido o superar su marca en tal o cual carrera, que no es más que un corredor popular, él le quita importancia. Dice que corre para pasarlo bien.

Te promete que hoy se lo va a tomar ‘en plan tranqui’. Es más, que te acompañará, ya que tú no eres tan bueno como él. Te marcará el ritmo, asegura. Pero cuando suena el disparo de salida se empieza a poner nervioso. Le intentas seguir esquivando corredores como si fueras Fernando Alonso adelantando desde la última posición de la parrilla. Y cuando llegas a su altura sin resuello te mira por encima del hombro y grita “si es que la gente se coloca fatal en la salida, ¡no se puede correr!”.  

Luego marca un ritmo más rápido del previsto, te va ‘sacando de punto’. Y cuando se lo recriminas argumenta que hay que ir fuerte al principio para compensar las cuestas del final, que nos harán perder tiempo. A mitad de carrera su inquietud aumenta y notas que va como un perro atado por una correa al que no dejan avanzar. Así que le gritas entre jadeos que siga, que no espere y que vaya rápido. Sueltas la correa. Él mira de nuevo por encima del hombro y pone fingida expresión de incredulidad mientras pregunta: “¿Estás seguro?” Y antes de que puedas decirle que sí ya está acelerando mientras te saluda agitando su mano. “Venga, ¡te veo en la meta!”, grita mientras se aleja. 

Le conoces muy bien

Sí, es mi amigo, ese que siempre corre rápido. Hasta que un día las cosas no le salen bien. O se lesiona. Y entonces se frustra. Porque no puede correr rápido. Se deprime, y no sabe correr lento. Se precipita, no se recupera adecuadamente y su lesión empeora. Y se mete en un círculo vicioso del que es mejor hablar en otro artículo.

Pero al final, aprende. Ese amigo que siempre corre rápido y promete que va a ir “suave, a 5.30 como mucho”, pero que acaba por debajo de 4 minutos por kilómetro el entreno, al final madura y descubre que eso ya no le llena. Que hay ocasiones para correr mucho y veloz, pero que la diversión está en tomarse de verdad con calma otros momentos. Porque ese amigo que siempre corre rápido era yo mismo hace unos años.

Sí, aún hay momentos en que me sigo poniendo las zapatillas para intentar batir mi mejor marca o hacer las series más rápido que nadie. Y a veces lo consigo. Pero no es el único motor que me lleva a correr. La experiencia me ha enseñado a disfrutar de este deporte popular como lo que debe ser: una fuente de salud, vida y diversión ".  

Bueno, ¿ algun@ os sentís identificad@ con el protagonista de la historia ?. Y si no es así, seguro que conoceréis a alguien que sea igual o muy parecid@. Lo importante es la moraleja final.

En fin, y siguiendo con la moda que han puesto algunas durante estos días, os dejo con  la amiga Elay, que no ha querido quedarse atrás.

Saludos a tod@s y nos vemos por esos caminos y carreteras.

 

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