Poco que contar en este lunes dia 23 de enero, después de un fin de semana en el que ningún lanchacabrero ha participado en carreras oficiales y en el que, la mayoría que hemos podido, nos hemos limitado a entrenar,haciendo alguna tiradita, más o menos larga, y el resto de compañeros, a ir recuperándose de sus dolencias, con la vista puesta, unos y otros, en los eventos que se aproximan en los próximos meses.
Y, como todos hemos tenido y/o tenemos lesiones, y pensando, especialmente, en aquellos que ahora mismo las están sufriendo, os voy a dejar con un artículo del corredor popular, Mario Trota, de la web de carreraspopulares.com, en la que nos habla de la figura de los fisioterapeutas, como las personas que nos ayudan a superar esas desagradables lesiones que nos hacen pasarlo tan mal.
Mi fisio me hace mejor corredor
Por Mario Trota - 15/01/2017
Mi fisio me ayuda. Cuando tengo alguna molestia me alivia el dolor.
Cuando tengo una lesión trabaja para que pueda superarla más rápido y de
forma correcta. Cuando tengo las piernas cargadas me las deja livianas y
suaves. Cuando acudo a su consulta de forma rutinaria a liberar la
tensión muscular acumulada por los entrenos, las carrera o el estrés, me
deja como nuevo para seguir dándole a la zapatilla durante kilómetros y
kilómetros.
Pero mi fisio hace mucho más que eso: me entiende, me soporta, me da
consejos, me anima, me motiva y, sobre todo, aplaca mis ansias de correr
cuando no puedo (o no debo) hacerlo. Y creo que esta es la parte que
más agradezco de su trabajo. Y supongo que eso no se enseña en la
Facultad. Pero mi fisio tiene esas cualidades. Quizá tenga suerte y mi
fisio es especial. Pero creo que no. Porque antes ya visité otros fisios
y mis amigos acuden a otras clínicas con otros profesionales y la
mayoría hablan igual de ellos.
Al principio, cuando empiezas a correr, ni te planteas visitar a un
fisio. Además, crees que sólo son para cuando tengas una lesión. Y eso a
ti no te va a pasar, claro. Bueno, eso es lo que crees. Lo normal es
que la primera vez que visites al fisio es, precisamente, cuando una
molestia es lo suficientemente fuerte como para impedirte correr. Y eso
que tienes a amigos que llevan años recorriendo kilómetros que te han
insistido desde el principio que el principal beneficio que te puede
aportar un fisio no es ayudarte en una lesión, ¡sino prevenirla! Pero
ni les escuchas.
En mi entorno la mayoría de los que empezaron a ir al fisio lo hicieron
precisamente por una lesión. No fue mi caso. Alguien me convenció a
tiempo de que tenía que ir de forma periódica, sobre todo si empezaba a
aumentar el kilometraje y la intensidad de los entrenamientos. Al menos a
“descargar las piernas”, me decían. No tenía ni idea de a qué se
referían.
Pero lo entendí perfectamente la primera vez que fui. Tú casi no te das
cuenta, pero cuando corres las piernas se van “cargando”. Sí, se hacen
más pesadas. Se tensan, se ponen más rígidas. Y cuando más lo notas es
el día que el fisio te las “descarga”. Sí, hace su magia particular con
sus robustas manos. No lo digo porque sean toscas, grandes y feas, que
en el caso de mi fisio es todo lo contrario, sino porque tienen la
fuerza de Hulk. Y cuando te ha dado ese masaje doloroso, pero en el
fondo placentero, y te bajas de la camilla... ¡tus piernas pesan varios
kilos menos! Bueno, en realidad pesas lo mismo, pero la sensación es que
te has quitado un peso, una “carga” de encima. Andas más liviano, tus
piernas están sueltas y ligeras. ¡Es alucinante!
Así que vuelves a sentirte bien en tus entrenos y las piernas responden
mejor. Y te convences definitivamente de que el fisio es tu amigo. Tengo
que puntualizar que a mí, personalmente, siempre me han generado más
confianza los fisios que son también corredores, pero eso no tiene por
qué significar que el resto sean malos profesionales. En muchos casos
puede ser incluso al contrario. Es más bien una manía mía.
Con el paso del tiempo, llegan las lesiones, y hay que visitar al fisio
sí o sí. Te recomendará cómo debes afrontar la lesión: cuánto tiempo
tienes que parar de correr (si es que es recomendable que lo hagas), qué
ejercicios de fuerza o qué estiramientos te van a venir bien y, sobre
todo, te tratará la lesión para que pase cuanto antes. Lo puede hacer
con sus manos o usando muchas técnicas que están a la orden del día y
que, por ejemplo, pueden incluir el uso de agujas, más o menos grandes o
intimidantes, que a mí no me gustan nada. Pero que pueden tener un
resultado excelente.
Pero lo más importante para recuperarte de la lesión no es lo que te
vaya a hacer el fisio. Lo más importante es lo que te va a decir. Y es
que su labor principal es la de reducir tu ansiedad, esa que te genera
el no poder correr.
Normalmente el argumento que te dará para convencerte de que no debes
ser un cabezón y para que no te empeñes en correr si no debes hacerlo,
es que si no paras la lesión se agravará y a la larga será peor. Pero,
en general, los corredores somos así de simples: “si ya casi no me
duele y puedo correr!”, gritas a tu fisio. Y te insiste en que no te
precipites, que tengas cuidado... y tú ni caso. Bueno, al final te darás
cuenta de que tiene razón. Pero no te preocupes, porque yo lo he hecho
alguna vez y a base de meter la pata ha aprendido que mi fisio tenía
razón y que debo hacer caso de lo que dice.
¿Pero sabes qué es lo mejor de todo? Que mi fisio es tan buena persona
que cuando he ido con la cabeza gacha tras haber recaído en una lesión
por culpa de mi tozudez, mi fisio no se ha regodeado con frases del
tipo: “te lo dije”. Ha hecho gala de paciencia y de su carácter
comprensivo y me ha ayudado de nuevo a superar la lesión. Por eso, al
cabo de los años, mi fisio me ha hecho mejor corredor... y una persona
más sensata.
En fin, y para que no penséis en los malos ratos, os dejo con Karime, una fisio muy particular.
Saludosa todos y nos vemos por esos caminos y carreteras.
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