Como nunca es tarde si la dicha es buena, ya tenemos aquí la crónica del Medio Maratón de Mérida celebrado en la capital extremeña el pasado domingo 3 de marzo. Nos la ha enviado el primo Alfredo y aquí os la dejo.No tiene desperdicio.
VII
MEDIA MARATÓN “MÉRIDA PATRIMONIO DE LA HUMANIDAD”
Permitidme
que antes de iniciar la crónica de la jornada, deje constancia
de mi reconocimiento al empeño y esfuerzo de los compañeros
que el pasado fin de semana superaron, con rotundo éxito, el
reto de finalizar la Maratón de Sevilla. Ha sido un justo
premio al sacrificio, a la perseverancia, al tesón y a una
ingente cantidad de kilómetros en cientos de horas de
entrenamiento. Un logro merecido y sufrido metro a metro. Enhorabuena
chicos.
Entenderéis
también que, de entre todos vosotros, dedique una mención
especial a Miguel Ángel quien, no contento con meterse el
pasado domingo entre pecho y espalda 42 km., tan sólo siete
días después, cuando lo normal sería estar
molido a agujetas, el colega se viene a Mérida y se marca una
mediamaratón como quien sale a trotar para soltar piernas.
¡Estás hecho de otra pasta compañero!
Vayamos
ya con la crónica:
Esta
vez no hubo foto en la fuente de la Plaza Santa Ana. El tradicional
punto de encuentro de los lanchacabreros antes de cada carrera, fue
sustituido por el portal de la casa del amigo Miguel Ángel.
Allí, Juanjo Santos, el propio Miguel Ángel y Alfredo,
el que suscribe, habíamos quedado para dirigirnos a la ciudad
romana de Mérida para participar en la VII edición de
su Media Maratón. Por delante, hora y media de viaje. Tiempo
suficiente para compartir impresiones, establecer la estrategia de
carrera y recordar anécdotas de jornadas anteriores. La
estrategia nos lleva poco tiempo. Sevilla, abductores e isquios
deciden por nosotros. Vamos llenos de dudas sobre nuestro estado
físico por lo que la idea es clara, tenemos la intención
de disfrutar la carrera y no sufrirla. Iremos a ritmo suave. Más
tiempo lleva el tema desayunos. Sigo sin entender que hiciera tanta
gracia el plato de espaguetis que tomé para desayunar. ¡Cuánto
os queda por aprender, novatos!
Llegamos
a Mérida con tiempo suficiente para retirar dorsales y
repartir saludos. Por allí anda, entre otros, Miguel Ángel
de Fondistas Moralos, Antonio, Faustino y cia. de Navalmaratón,
la buena gente de Plasencia, el paisano Jesús Carlos Paz...
Utilizamos
el coche como improvisado vestuario. El cielo está cubierto,
amenaza lluvia pero la temperatura no es mala, por lo que debajo de
las tirantas llevamos camiseta de manga corta. La rutina habitual de
embadurnarse en vaselinas, 3 en 1 y demás, depara la primera
sorpresa del día. Con asombro observamos como un lanchacabrero
rocía con Radio Salil su parte más noble. Desconozco el
uso que pensaba darle esa mañana (alguna expectativa tendría)
pero a estas alturas debería saber que existen otras formas de
vigorizar el aparato que seguramente escuezan menos. Él dijo
que fue un accidente, pero no coló.
Como
luego comentaré, la organización de la carrera estuvo
de diez. Tan sólo un pero, el servicio de guardarropa con
largas colas y sin bolsas. Por suerte allí estaban las amigas
Raquel y Conchi que amablemente nos hicieron un hueco en sus bolsos y
todo resultó más sencillo. Muchas gracias paisanas.
Ambientazo
en la línea de salida. Más de 900 corredores calentando
por el parque junto al Guadiana, cientos de espectadores y un speaker
dando la bienvenida, uno a uno, a todos los clubs participantes. Un
bonito detalle. Aunque éramos pocos, el saludo de los
lanchacabreros se hizo notar. Camino del arco de salida la
organización había puesto a disposición de los
atletas una báscula digital para cuantificar en gramos el
desgaste de los sufridos corredores y, como no podía ser de
otra manera, allí nos subimos.
Tres,
dos, uno, chupinazo y a correr. Más que correr, durante el
primer kilómetro trotamos. Hay tanta gente en la salida que tardamos más de veinte segundos en pasar bajo el arco y a partir de ahí se hace imposible
coger ritmo con tanta gente en la salida, el riesgo de un tropezón
es alto y salimos prudentes. Enfilamos el puente Lusitania empotrados
en la inercia de un río de atletas que empieza a desbordarse.
El paso de ese primer kilómetro lo hacemos a 5:04 min.
Acostumbrado a salir a ritmos cercanos a los 4 minutos, me resulta
extraña tanta tranquilidad y el bajo ritmo cardíaco que
marca el pulsómetro también supone una novedad. El
adoquín mojado hace que el paso por el puente romano resulte
incómodo y resbaladizo por lo que busco las piedras del arcén
para pisar con más seguridad. De ahí hasta la altura
del kilómetro seis vamos regulando intentando no forzar,
pendientes del abductor de Juanjo que ya le ha dado algún aviso.
Llegamos al Circo donde miembros de la legión romana custodian la entrada. Dentro, legionarios y centuriones escoltan el paso de los corredores por donde veinte siglos atrás competían cuadrigas para gozo de patricios y algarabía de plebeyos. Salimos del Circo buscando el siguiente punto de interés dentro de este recorrido turístico.
El paso bajo el Acueducto indica que el kilómetro diez está cerca, tras un giro de 180º pasamos bajo el arco del 10 a 47:25. Seguimos cuidando el ritmo, a estas alturas de carrera mis pequeñas molestias de salida en el tibial anterior han desaparecido, las sensaciones son buenas y nuestra marcha muy llevadera.
No recuerdo haber hablado tanto durante una carrera. Incluso la victoria del Madrid sobre el Barça en Copa forma parte de nuestra conversación.No para alegrarnos precisamente, sino para criticar cómo un equipo que demuestra tan alto nivel puede haber renunciado a la Liga de esa manera.
Buscamos de nuevo la zona de los puentes.Una suave e intermitente llovizna nos ha acompañado durante la segunda parte de la carrera.
Coincidimos en que no es molesta, nos sirve de refresco
pues, como dije al principio, la temperatura es buena, ideal para
correr. Hasta ese momento, quizás hemos reservado en exceso.
Viendo que queda poco aumentamos el ritmo y encaramos los kilómetros finales con fuerzas suficientes como para apretar en la
última parte de la carrera e ir mejorando puestos en la
clasificación. La subida del kilómetro 18 la hacemos
fuerte, adelantamos a un buen número de corredores y nos
acordamos de Pirchu y sus arreones cuando huele una cuesta. Es el
último esfuerzo y lo damos todo, nuestras reservas están
llenas. Una vez arriba, llega el tiempo de disfrutar de lo poco pero intenso que
nos queda. Llegamos al Anfiteatro. La entrada es peligrosa con una
rampa que se las trae, como bien nos dice uno de los
legionarios, en esos momentos 2.000 años de historia nos
contemplan. Impresionante. Los escalones de la salida también
tienen lo suyo pero ya nada importa. Atrás, el Teatro Romano,
por delante, el Museo emeritense, el majestuoso Templo de Diana y allí
estamos, en una abarrotada Plaza de España cruzando el arco de
meta 1:38:31 después de la salida, tras haber perdido 1,200
gr. según la báscula de la llegada y haber mejorado 50
puestos en la clasificación respecto al paso por el km 10.
Como
homenaje al sufrido corredor, cerveza fresca en la línea de
meta, dos camisetas técnicas, una de manga corta y otra manga
larga, fruta, isotónicos, speaker animoso y tras el paseo para
“soltar piernas”, agua CALIENTE en las duchas. (Hubo quien se
“perdió” en los vestuarios, y ya van dos veces...) Como indiqué
al inicio, una muy buena organización.
Rematamos
el homenaje metiéndonos al buche viandas
varias en un buffet libre acompañados de sexys moteras como Melanie,a la que fotografiamos con su flamante Harley-Davidson .
En
definitiva, una jornada para enmarcar y una nueva muesca en el
historial de carreras de este gran club.
Sólo
queda desear suerte a los compañeros que este domingo compiten
en Castañar en la Subida al Camorro. A la dureza del recorrido
habrá que añadir el barrizal en que se habrá
convertido el circuito. Ánimo.
Definitivamente, creo que voy a cambiar las motos por las zapatillas.
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