12 frailes metidos en un conventooooo....
Amaneció el día frío, con las
calles jaraiceñas aún mojadas por la
lluvia caída durante la noche, pero con un radiante sol brillando en el
cielo como si de una bendición se tratase, después de los desapacibles días que
llevábamos pasados a lo largo de la semana.

Enseguida nos dirigimos a recoger
los dorsales y un pequeño obsequio ( una braga para el cuello ). Como suele ser
habitual, saludos a muchos conocidos: Óscar, el organizador de la prueba,
Francisco Barquilla, Antonio Serradilla, Sebastián, Godino, Conchi... También
llegaron los hispanos Carlitos, Marcial y Pacheco, así como Ismael, su cuñado Javier...

Y así tras trotar un ratito y
hacer los estiramientos de turno, el spíker nos llamó por megafonía para que
fuéramos ocupando posiciones en la línea de salida. Como no éramos muchos, nos
pusimos, al menos para la foto, en la primera línea, si bien, al momento, nos
fuimos a nuestro hábitat natural.
Alrededor de las 11,20 de la mañana, con el sol en todo lo alto pero con un fría brisa soplando sobre la plaza de Belvís, el amigo Óscar dio la salida a los 75 participantes de esta I Edición del urban-trail Los Frailes. Nos esperaban 16 kilómetros de un duro, exigente, embarrado en muchos tramos y, a la vez, precioso recorrido, por el entorno de esta bonita localidad. Al ser los primeros metros cuesta abajo, éstos se hicieron a una fuerte ritmo. Ya se iba viendo quiénes iban a ser los primeros espadas. Adelante un pequeño grupito, con Sergio entre ellos.
Les seguía
detrás, otro grupo encabezado por Antonio Serradilla y Susi al que intentábamos
seguir los demás, entre los que estábamos Alfredo, Germán y yo. Nada más salir
de Belvís, nos encontramos con el incomparable marco del pantano de Valdecañas
e inmediatamente después, enfilamos la primera de las muchas cuestas que nos
íbamos a encontrar. No llevábamos ni dos kilómetros y ya empezamos a sufrir.
Tras coronar estas primeras rampas y recuperar un poquito el aliento, empezamos
un fuerte descenso en el que las Trabuco, Sálomon y compañía tuvieron que poner
todo de su parte para que nos pudiéramos mantener en pie. Como pudimos cruzamos
uno de los muchos arruyuelos desbordados por las intensas lluvias de este
invierno, y como lo que baja hay que subirlo, encaramos la siguiente dificultad.
Finalizando el km.2, sabíamos que ya no pararíamos de subir hasta prácticamente
el km 7. Así llegamos al kilómetro 4, en plena dehesa,donde un pequeño despiste nos hizo a algunos
darnos la vuelta y volver a coger la ruta correcta. Aquí pasé el peor rato de
toda la prueba. Con una gran sensación de vació en el estómago, fui perdiendo
fuerzas con la mente puesta en que llegara pronto el primer avituallamiento y
así poder beber agua y tomarme el gel que llevaba en la calzonilla. En este
tramo, Sergio continuaba en el grupo de cabeza y Susi, seguía con Antonio
liderando el siguiente grupeto. A no mucha distancia les seguía yo con otro
grupo que me había alcanzado en mi peor momento. Germán venía por detrás a pocos
metros y Alfredo, que lo estaba pasando realmente mal por culpa de ese catarro
que le hizo perder el magnífico estado de forma en que se encontraba, se fue
descolgando. Poco a poco, por amplios caminos y embarrados senderos y rodeados
de encinas y verde naturaleza, fuimos llegando al duro empedrado que nos iba a
conducir a la ermita de Ntra.Sra. del Berrocal, presidida por la majestuosa
figura de San Francisco de Asís ( que yo no vi pese a que era muy grande ) y
que iba “ bendiciendo “ a los esforzados de la ruta que por allí pasábamos.
Por
esta zona empezamos a encontrarnos con los senderistas que también iban
realizando el recorrido y que nos animaban al pasar a su lado. Y , por fin, en
el kilòmetro 6 llegó el avituallamiento.

Llegamos al kilometro 14, giramos la vista a la izquierda y
nos encontramos al monstruo. A lo lejos se veía en fila india a los compañeros
que ya iban ascendiendo. Dejamos la escasa conversación que llevábamos hasta
ese momento, y tras meter los pies hasta dentro en una zona embarrada, giramos bruscamente a la derecha y empezamos el asalto al castillo, subiendo unas durísimas
e increíbles rampas en las que no sabías si andar o correr, si reír o llorar.
Notaba los gemelos y los cuádriceps duros como postes, como si se fueran a
estallar. Me preguntaba cómo lo habría pasado Susi que había empezado la carrera con
una sobrecarga en sus gemelos. Por fin, el sufrimiento terminó y, después de 1.200
metros de durísima ascensión, conquistamos el castillo. Arriba, un parroquiano
ataviado de fraile, nos dio la bienvenida de nuevo al pueblo y, tras pasar por
la iglesia de Santiago Apóstol, encaramos la calle que nos iba a llevar a la
ansiada y merecida meta. A estas
alturas, ya hacía un ratito que habían llegado Sergio (01:09:41) y su progenitor (01:13:51). El
compañero almaracense y yo (01:15:24) decidimos terminar juntos la carrera, sin saber que
éramos de la misma categoría y que íbamos a ser el segundo y tercer
clasificados de la categoría de veteranos A, que, lógicamente había ganado
nuestro querido Tigre de Lanchacabrera, uséase, Jesús Gil. Algunos minutos
después llegaron el amigo Germán (01:18:13), cansado como todos y un fatigado Alfredo (01:23:02) que había pasado una mala
jornada, habiendo tenido, incluso que, justo al inicio de la última subida,
pararse y hacer frente a un pastor alemán cuyo irresponsable dueño o dueña,
había tenido la osadía de dejar suelto. Ánimo, primo, pues en unos días
estarás, nuevamente, intratable. Y así
fueron llegando el resto de corredores, con el comentario unánime de la dureza
del recorrido así como de su belleza, comparándolo con pruebas parecidas como
la Subida al Castillo de Portezuelo, o el Trail-Running de Coria, etc.
Inmediatamente después de
finalizar, unos fueron a que el fisio les pusiera los músculos en su sitio y
otros recogimos las bolsas del ropero y nos fuimos a las instalaciones de la
piscina municipal donde nos dimos una reconfortante ducha con agua caliente y
donde me llevé el único disgusto de la jornada: se me olvidó recoger mi bote de
alcohol de romero que momentos antes había sacado de la bolsa. Una vez duchados
y acicalados y oliendo a desodorante, volvimos a la Plaza Mayor a tomarnos unas
cervecitas en uno de los pocos bares, si no el único, de este hospitalario
pueblo. Y al llegar allí y ver las clasificaciones, vimos que Susi había quedado el primero en su categoría y a mí me habían otorgado el tercer lugar del cajón pese a
entrar “ de la mano “ con el segundo.
Los lanchacabreros habíamos dado el do de
pecho. Como siempre, y aunque ya sea casi rutina, FELICIDADES por esta nueva victoria. Y
también felicitamos al hispano Carlos por su tercer puesto en la categoría
Absoluta. Sergio, pese a hacer un carrerón, esta vez se quedó con la miel en
los labios. Después de la entrega de trofeos y con la anécdota del premio
otorgado al “ invisible “ heredero pequeño de la familia Gil Sobrino, por ser
el “ senderista “más joven, unos nos volvimos para casa y otros se quedaron a
degustar una buena paella que la organización había dispuesto para los
participantes.
En fin, os dejo, cansado aún,
pero más contento que unas castañuelas,
hasta la próxima, que será el día 2 de febrero en Plasencia, donde trece
lanchacabreros acudiremos en tropel a participar en la II Edición de Medio
Maratón Ciudad de Plasencia.
Enhorabuena a Óscar y a la
organización por lo acertado del recorrido, por los servicios de guardarropas,
fisios, médicos, vestuarios y duchas ofrecidos y el buen trato que hemos
recibido. A mejorar, en nuestra modesta opinión, la bolsa del corredor e
incluir algún avituallamiento sólido. Por lo demás, perfecto.
Las fotos que voy recopilando en: FOTOS TRAIL LOS FRAILES.
Y aquí tenéis a Mikaela, que cambió el verde de la dehesa cacereña, por el glamour de la alfombra roja californiana.
Como siempre, ha sido un placer haber representado a este club tan serio.
Saludos a todos y nos vemos por esos caminos y carreteras.
Saludos a todos y nos vemos por esos caminos y carreteras.
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