" Cuando empecé a correr hace unos años, una de las cosas que me ayudó a
motivarme y mantener la actividad fue verle cada mañana. Yo salía dos o
tres veces por semana, pero él siempre estaba allí. Tenía pinta
de llevar un rato corriendo ya, y siempre seguía dando vueltas al lago
cuando yo había acabado mi renqueante sesión de 30 minutos y volvía a
casa arrastrándome.